martes, 3 de septiembre de 2013

Distinciones importantes después de un día de pastoreo en la ciudad

Todos sabemos que un buen día el Sensei Dragón Cronopio se declaró Pendulman y dijo:

I'm Pendulman

¿Y uno cómo se lo imaginó? Como un superhéroe. Un ser más allá de la vicisitud corporal cotidiana, con actitud ninja, el toque de una sakura mecida en la brisa y una compasión zen a la hora de evaluar el esfuerzo de nosotros, los abnegados Tutú-ninjas.
Pues no, sépanlo. Está más cerca del archivillano que del superhéroe. Tiene la frutilla mustia y la espada oxidada. Es más malo que una araña pollito y vino de Europa más pior que nunca. Y ayer lo demostró.

Como todo primer lunes de mes, ayer tocó pastorear. Fuimos a la Plaza Vicente López. Qué linda que es y qué plagada de buenos recuerdos para mí. Estaba. Ahora en mi memoria se mezclarán agridulces sensaciones. Con altas probabilidades de que las agrias superen ampliamente a las dulces. 
Hagamos primero una aclaración, un tutú-ninja que se precie sabe a qué se expone y lo hace con placer. El dolor forma parte del camino a la musculación y músculo que se hace sentir es músculo que se fortalece. Pero, ¿hay necesidad de tanto? ¿Es posible que cada objeto inocente de una plaza de juegos para niños sea un potencial elemento de entrenamiento físico? Sí, es posible y el Sensei lo demuestra recurrentemente como una pesadilla. Y además estaba resfriado, casi a la mitad de lo que es capaz de dar. So...

Lo bueno fue que se incorporó una nueva víctima, Marcos. Bienvenido al infierno.