viernes, 30 de noviembre de 2012

Prosam en zapatillas

Tercera  muestra anual de los talleres del área de Trastornos de la conducta alimentaria que realiza la Fundación Prosam.

Los tutú ninjas seremos los felices participantes del taller de gym y les brindaremos a los concurrentes una muestra de lo que somos capaces de hacer bajo la guía de nuestros Shifus: el Sensei Dragón Cronopio y Mater Pato.

Nada queda fuera de nuestra intención. Ea ea! creyeron que iba a decir de nuestro alcance, no lo nieguen, les vi el rictus. De nuestro alcance quedan afuera muchas cosas pero de nuestras intenciones no y eso es lo que nos hace mejorar día a día. Y justo hoy llegué a la mitad de una explicación que da cuenta de esto y que se apoya en el interval training. La idea es no hacer el esfuerzo máximo sino trabajar a una menor potencia en intervalos. En las pausas de recuperación es donde se registran las mejoras que ayudan a que el rendimiento final sea superior al que se da en el esfuerzo máximo. O algo así. Si lo entendí mal, el Sensei lo explicará en un comentario.
Me fui al carajo como siempre.

La cosa es que vamos decididos a deslumbrar a la audiencia con el doble  objetivo de lograr que se sumen más personas a nuestro taller y ganar fans para la página y/o el blog.

Están advertidos. Y ahora pónganse las zapatillas y a mover el bote.




martes, 20 de noviembre de 2012

De co...(mer) ni hablamos



La pirámide de la salud está claramente influenciada por el Sensei. Mater es más benigna en ese aspecto. Ella nos da los vasitos con agua.

El alpedismo está desaconsejado, ahí lo dice: descanso o inactividad, ok, hacelo pero con moderación. Yo vengo moderada por inconvenientes de índole personal y social, lo que da una inactividad pendular de tres al hilo. Bueh, al hilo, al hilo porái otras cosas, digamos dos veces la semana pasada y una hoy. Una cagada.

Como observarán,  si hacen click en el dibujito se agranda, la imagen explica lo que Mater y Sensei machacan sin descanso. Esto vendría a ser el superpenduyó ilustrado, acá están todas las directivas de una vida dedicada a la pendulesitud, a través de la práctica del penduleo controlado. Notarán también que no hay pausa ni para un méndrugo miserable. Aunque, tal vez, si damos vuelta la imagen haya dibujada una latita de Ensure, algún complemento vitamínico, una comidita de esas nuevas que se enrolan en la gastronomía molecular, unos arándanos deshidratados que dicen son la panacea de vaya dios a saber qué.

La cuestión es que en esta pirámide dichosa se han olvidado de mencionar que al besar en la boca movemos 34 músculos a la vez ¡y ahora entiendo por qué Mater nos hace hacer esos ejercicios con la trompa! Ajajá, pillina. Y liberamos oxitocina,esa hormona que nos pone la piel incandescente y nos hace buscar la petite mort, que lamentablemente no siempre conseguimos.

Tampoco menciona la cantidad de calorías que quemamos al entregarnos a una apasionada sesión de sexo: entre 500 y 900. So... Y a eso le podemos agregar que por beso, unas 50. No hay ni qué pensar.

El que sepa dibujar agregue los faltantes, se olvidaron de lo más divertido!



jueves, 15 de noviembre de 2012

Once in a blue moon

O cada muerte de obispo, pa' castellanizar la cosa. Pero queda lindo, ¿no?, romántico... once in a blue moon...
En realidad el stretching tiene poco de romántico y mucho de dolor. Y el dolor no es romántico por definición, a no ser que seas amante del bondage o la versión extrema que junta todo, bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo, tons, no te digo romántico pero una cosa rara, mezcla de museta y de mimí, que encuentra lo que busca en todo eso que nombré (y confesá, quién no se dejó atar o ató al otro y demases...). Peeeerooo, si lo pensás bien en la elongación hay disciplina y un poquito de masoquismo porque nos estamos exponiendo voluntariamente al dolor. Aunque hay que reconocer que es por una buena causa y que el resultado final es muy placentero. Sip, la gym es sexy, no hay dudas.
El tema es que el Sensei cumplió su promesa y tuvimos dos clases de stretching, ¡ta tan! con música. Un mix onda chill out, Jarre, Enigma y alguna cosa más tipo acid jazz pero más tranqui. Definitivamente, flasheé con la mixtura.
 Y así como es un placer pendulear con Mater y su música, lo fue con el Sensei cronopio.

Ir más allá del dolor, dice Jules, implica confianza en nuestro cuerpo. Y agrega que pudimos hacerlo porque comprobamos los límites. Estábamos listos para ir más allá del dolor. Se me viene la frase de Friedrich Nietzsche a la punta de los dedos, "todo lo que se hace por amor se hace más allá del bien y del mal", y algo o mucho de eso hay en esta búsqueda implacable de algunos, de los que necesitamos reencontrarnos en un cuerpo más amigable, qué se yo, algo así como meter el alma en una forma buscada por nosotros mismos, hecha a imagen y semejanza de nuestras experiencias. Y el Sensei demostró ser bueno también en eso de hacernos cruzar rayitas divisorias, una Línea Maginot pero del propio cuerpo.

Los otros días pensaba que el Sensei, sobre todo y también Mater -pero más el Sensei- es/son una especie de Pigmalión con dos Galateas raras (George y Jorge, respectivamente) y otras Galateas más normalitas o todo lo normalita que puede ser una Tutú ninja. Nos esculpe. Nos informa. Los dos nos motivan.

La cosa es que, once in a blue moon, o sea, muy raramente, el Sensei nos musicaliza, nos demanda un esfuerzo que podemos dar y nos pone casi casi en los brazos de Morfeo  (ya que estamos tan mitológicamente griegos) y lo hace con una música que te deja la piel como fuego líquido y oliendo a ámbar y sudor.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Queremos tanto a Mater

Es sabido por todos que cuando penduleamos con Mater, lo hacemos con música. Será porque ella es músicoterapeuta, no sé. La cosa es que nos dejamos envolver por los acordes que ella ha elegido para la ocasión. Y lo que hacemos es, en una parte, bien parecido a esto:


Mater nos lleva a lo que sobrevive de primitivo en nosotros, esa cosa atávica sale, se pasea...en algún punto, nos posee. Y está bueno. Es como darle permiso para salir a jugar al salvaje que llevamos adentro. Y ahora que lo pienso, no sé bien por qué hago una relación tan directa entre salvaje y libertad. 
La cosa es que hay algo muy liberador en la forma de movernos con Mater  -mirá, ahí estaba la relación- y lo apreciamos mucho. 
Mater goza cuando penduleamos con música. Se le nota en la cara, en la sonrisa permanente, en la mirada cuando se fija en lo que hacemos y cómo. Entonces, nuestro placer (al menos el mío), es doble.
Hicimos sillas ese día, Marta y yo estábamos coordinadas a tal punto que nuestros movimientos parecían ensayados. Un placer. Es impresionante lo que los sonidos suscitan en los sentidos.
Así anduvimos, un rato siendo en la música y otro rato en las colchonetas. Yo estaba al lado de George, pero como estábamos trabajando con la mirada también no podía verlo, pero sí escuchaba. Teníamos que hacer un ejercicio con las pìernas, no recuerdo bien cuál de todos, la cosa es que Mater iba pasando por cada uno de nosotros fijándose la cosa postural cuando escucho:

-¡¿George, qué hacés?! -dice Mater entre la exasperación y la risa. George, que nunca hace de movida lo que le dicen y es experto en maniobras de distracción, empieza a murmurar cosas ininteligibles hasta que suelta:

-¡Este es el backstage!

Sólo Jorge puede largar una frase de esas sin que se le mueva un pelo (que es verdad que no tiene demasiados en la cabeza pero sí en las piernas). Demás está decir la carcajada que largué y a la mierda la postura.

Ese día, además, hubo una novedad que si se repite, voy a estar encantada, hicimos una relajación, tan profunda que quedé ahí, en una duermevela que me dejó flánida, flánida al son de Aqualáctica.


Y sí, claro, cómo no, queremos tanto a Mater.